En 1994, fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, a fin de promover la adopción de medidas concretas e innovadoras de nivel local, nacional, subregional y regional orientadas a evitar la pérdida de la cobertura vegetal y el avance de la desertificación en el mundo.
La desertificación es uno de los procesos de degradación ambiental más alarmantes del mundo, ya que pone en peligro la salud y los medios de vida de más de 1.000 millones de personas. Se calcula que la desertificación y la sequía ocasionan todos los años 42.000 millones de dólares de pérdidas en la producción agrícola. La desertificación no es el aumento de extensión de los desiertos existentes, sino el proceso de degradación de las tierras. Aunque este problema es más propio de áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, también se presenta en lugares con climas húmedos. Sucede porque los ecosistemas naturales, especialmente los de climas secos, son vulnerables a la sobreexplotación y a un uso inapropiado del suelo. La consecuencia es la degradación que incluye la pérdida de diversidad biológica o económica de todo tipo de tierras (cultivos, pastizales, bosques, etc.).
Frente a ese problema, el MINAM destacó la importancia de considerar las buenas prácticas agrícolas y el manejo sostenible de la tierra, ya que aseguran la captura de carbono, teniendo en cuenta que este elemento es valioso para el ecosistema y se incluye en los mecanismos de desarrollo limpio.
Parte de las políticas del MINAM es luchar contra la desertificación, la degradación de la tierra y la mitigación de los efectos de la sequía, poniendo especial énfasis en el manejo sostenible de la tierra y la promoción de las buenas prácticas agrícolas, forestales y de gestión de recursos hídricos.
Parte de las políticas del MINAM es luchar contra la desertificación, la degradación de la tierra y la mitigación de los efectos de la sequía, poniendo especial énfasis en el manejo sostenible de la tierra y la promoción de las buenas prácticas agrícolas, forestales y de gestión de recursos hídricos.
Una de las ventajas del manejo sostenible de la tierra es lograr el uso racional del agua en cultivos como el arroz, uno de los principales de la costa norte que se riega actualmente por inundación, produciendo derroche del recurso hídrico.
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